El extravagante mandatario de Turkmenistán, Gurbanguly Berdymukhamedov, ordenó la construcción en la capital, Asjabad, de una estatua dorada gigante en honor a su raza de perro favorita. Con seis metros de alto, color dorado y un pedestal de mármol, la estatua del perro honra a la raza alabai, una variedad turcomana del pastor de Asia Central, que además es reconocida como patrimonio y un orgullo nacional.
En el día de la inauguración, un niño recibió la entrega de un perro alabai, además de caballos de carreras y otras alfombras hechas a mano. La estatua se ubica en una zona residencial diseñada para funcionarios públicos y cuenta con una pantalla LED con imágenes del can en acción. Se desconoce cuánto costó la construcción de la figura.
No es la primera vez que Berdymukhamedov -conocido como ‘Arkadag’ o protector- erige estatuas de este tipo. Anteriormente, el líder turcomano había ordenado construir una figura de él mismo montando un caballo Akhal Teke, raza conocida por su belleza y resistencia. Además, el año pasado había escrito ya un libro en honor al perro de raza alabai.
Turkmenistán, un país con casi seis millones de habitantes, es considerado como una dictadura. A pesar de la grandeza y lujos que tiene la construcción de las estatuas, eso no se refleja en la empobrecida población turkmena. Además, el país es clasificado como el menos libre del mundo según la organización de libertad de prensa Reporteros Sin Fronteras (RSF), incluso peor posicionado que Corea del Norte.
Fuente: DW