El tradicional “festival desnudo” en un santuario del centro de Japón abrió sus puertas a las mujeres por primera vez en sus 1,250 años de existencia.
Ataviadas con túnicas moradas y portando un enorme tronco de bambú como ofrenda, siete grupos de mujeres se unieron a la celebración, repleta de cánticos y alegría.
Aunque el nombre sugiere lo contrario, los participantes no van desnudos, optando por trajes típicos de festivales japoneses.
Esta inclusión histórica fue recibida con entusiasmo, demostrando un paso más hacia la equidad de género en la sociedad japonesa.