Oliver Kahn (46 años) se distinguió sobre el terreno de juego por su estilo batallador, su concentración tenaz y una dosis de agresividad de cara a los contrarios. Tras darse a conocer en el Karlsruhe, el tres veces mejor portero del mundo se tornó en leyenda del Bayern de Múnich. El empresario y licenciado en Ciencias Económicas repasa para FIFA.com parte de su carrera.
¿Cuál fue el mejor delantero que enfrentó?
Eso siempre es difícil de decir. Por ejemplo, jugué contra el brasileño Ronaldo, que era genial por su velocidad, su poderío físico y su habilidad para marcar goles en cualquier situación. Enfrenté a Thierry Henry, que era un delantero fantástico, ágil, elegante y también muy, muy listo frente a la portería contraria. Pero el delantero más incómodo contra el que jugué fue Filippo Inzaghi. A veces ni se lo veía. No sabías dónde jugaba, pero al final veías su nombre al lado del 1-0 y el 2-0 en el marcador. Era incomodísimo porque era absolutamente imprevisible.
¿Le gustaría cambiar algo de su carrera deportiva?
Hay que tener en cuenta mis circunstancias. No era ningún fenómeno, tampoco de joven. No jugué en selecciones juveniles de Alemania, como otros. No había planes de formación en las canteras, que no eran comparables a las de hoy. Yo aproveché al máximo el potencial de que disponía. Por eso no cambiaría nada de lo que hice como deportista.
¿Volveremos a ver a un portero como Oliver Kahn?
Los jóvenes de hoy son distintos. Muchos salen de los centros de formación con experiencias muy distintas. Yo jugué al fútbol con entrega y pasión totales, lo que a veces me llevaba a reacciones exageradas. Lo curioso es que aquellas pérdidas de papeles, que no se han borrado de la memoria colectiva, solo me ocurrían en la Bundesliga. Pero si eres deportista y no le pones pasión a lo que haces y no te obsesionas por mejorar en todas las facetas, es difícil llegar a lo más alto. Da igual el deporte que practiques.
¿Cuál fue la mejor atajada que hizo en su carrera?
Creo que nadie en el estadio la supo apreciar en su momento. Fue en un partido de primera ronda de la Champions contra el Celtic de Glasgow. Hubo un pase de la muerte. Un jugador del Glasgow llegó a todo correr desde atrás para rematarlo y soltó un zurdazo directo desde ocho metros. Yo puse la mano como pude y toqué el balón con la punta de los dedos, desviándolo lo suficiente para que rebotara contra el travesaño y luego lo despejara un compañero. Fue difícil de apreciar para los espectadores y solo era un partido de fase de grupos, pero aquella parada no se me ha olvidado.
¿Cuál es la mejor parada de todos los tiempos?
No se me ocurre ninguna, pero sé cuál fue el peor gol en propia puerta que concedí. Fue también en la Liga de Campeones, en un encuentro de octavos de final contra el Real Madrid. Jugábamos en casa, en el Estadio Olímpico, y hacía 15 grados bajo cero. En el minuto 80 el marcador estaba 1-0 y yo ya casi me había congelado. Entonces Roberto Carlos cobró una falta sin ningún peligro desde los 35 metros que yo quise atajar. El balón se me escurrió por debajo del cuerpo y se coló en la portería por una esquina. En aquel momento el estadio entero enmudeció. Jamás he vivido una situación tan extraña. Ese fue con diferencia el gol en contra más tonto que puedo recordar.
Fuente: FIFA