Aunque el filme nuevo de Denzel Washington lleva el mismo título de una serie de televisión de los ochenta, The Equalizer parece haber sido diseñada bajo la noción de que este personaje es lo más cercano que su estrella va a estar de interpretar a un superhéroe.
En la película, que comienza a exhibirse hoy en Puerto Rico, Washington interpreta ‘Robert McCall’, quien aparenta ser un hombre común y corriente: un viudo que ocupa sus días trabajando en servicio al cliente en una ferretería y sus noches leyendo literatura clásica en la cafetería que queda cerca de su departamento. Pero su compás moral se activa cuando alguien cercano a él sufre una injusticia. Y es precisamente en ese momento que la historia revela las habilidades particulares que tiene el personaje para darle muertes sangrientas a villanos y criminales.
Este es el tipo de película que Denzel Washington podría hacer con los ojos cerrados. El filme es más desechable que todas las partes defectuosas de Ricochet, Virtuosity y Fallen, los primeros intentos fallidos del actor en el género de acción. Aún así, si para el público es un deleite ver como Washington entra en acción, en esta ocasión el actor parece compartir su entusiasmo. Esto no eleva la calidad de la producción, pero sí logra darle un pulso dramático inesperado y en varias ocasiones, necesario.
Ese pulso está presente en las escenas de Washington con Chloë Grace Moretz, quien interpreta a Alina, una joven de descendencia rusa que aparentemente ha caído en una red de prostitución de menores. Cuando el protagonista presencia el abuso que ella sufre, su sentido de justicia se activa y explota en una de las primeras secuencias de acción del filme.
Hasta ese momento, el guión se toma la molestia de invertir tiempo en los personajes, creando un aura de misterio que funciona para el protagonista y un peso dramático que nos recuerda que Grace Moretz es una actriz de mucho potencial. Pero una vez se revela que Robert tiene un talento particular para masacrar criminales, las cualidades distintivas del filme son sacrificadas por una trama típica de una oferta de acción de Steven Seagal de a principio de los noventa.
Con el director adecuado, esa cualidad no se manifestaría como algo negativo y podría hasta contribuir al nivel de entretenimiento de la película. Sin embargo, en el momento que Washington se activa como superhéroe, parece despertar algo visceral en la dirección de Antoine Fuqua (Training Day, Olympus Has Fallen). En vez de buscar formas innovadoras de presentar los momentos de acción, el director se enfoca por completo en la violencia y los desenlaces gráficos de esta. Mientras que Denzel parece estar convencido de que este rol es una oportunidad para canalizar una versión mas realista de Batman, su director presenta todas las secuencias de acción de The Equalizer como si estuvieran siendo ejecutadas por Jason de los filmes de Friday the 13th. El contraste de estas sensibilidades nunca deja de ser entretenido, pero al final la insinuación de una secuela no es algo que motive a celebrar.
Fuente: El Nuevo Día