Hace un año, un día como hoy, América Latina y Puerto Rico despertaron llorando ante la súbita muerte del salsero y bolerista Cheo Feliciano. La cultura puertorriqueña, caribeña y latinoamericana se enfrentaban a un gran vacío.
Eran las 4:13 de la madrugada de Jueves Santo cuando la voz de Amada mía se apagó. La muerte fue inmediata.
El cantante de 79 años impactó su vehículo Jaguar verde claro contra un poste de hormigón en la carretera 176 en Cupey, cuando se dirigía a su residencia. La trágica noticia se difundió como pólvora entre los medios de comunicación. Colegas, familia, amigos y fanáticos del artista reaccionaban incrédulos a la inesperada partida terrenal de uno de los cantantes más completos del género de la salsa. Uno de esos artistas que no solo demostró ser un guerrero en tarima sino además en el plano personal.
Sin restar méritos a quienes han labrado un camino con éxito al ritmo de la clave salsera, lo cierto es que las características del vocalista recogen la perfección de un exponente en este género.
Perfección
Feliciano lo tenía todo. A la hora de interpretar el artista dominaba de principio a fin la sonoridad y cadencia rítmica creada por el bongó, conga, trompeta y cencerro hasta el sentimiento romántico de un bolero. El cantante lo mismo provocaba la fogosidad del cuerpo al ritmo de Anacaona que el erizo de la piel con Mi triste problema. Una voz natural para el bolero y la salsa -nunca se le escuchó forzado- afirmación que colegas y exponentes destacaron los días subsiguientes a su muerte, cuando las escenas del masivo velatorio, parecían un mal sueño colectivo.
De hecho respetando ese talento, durante las exequias fúnebres que se realizaron entre San Juan y su natal Ponce el único exponente que interpretó el tema ícono de Feliciano, Amada mía fue el compositor de la canción José Nogueras.
Por cinco días Puerto Rico se despidió del artista que comenzó en la música de la mano del percusionista Francisco “Kako” Bastar.
Un multitudinario funeral que se efectuó por dos días en el Coliseo Roberto Clemente y luego se trasladó en un tercer día al Centro de Convenciones Juan H. Cintrón de Ponce, culminando en el cementerio La Piedad de la Ciudad Señorial, fue la despedida terrenal que le obsequiaron de manera desprendida a esa voz privilegiada que inmortalizó emblemáticas composiciones del pentagrama popular puertorriqueño bajo la pluma del fenecido Catalino “Tite” Curet Alonso y de otros compositores boricuas.
Durante el velorio exponentes de la música honraron la memoria de Feliciano con su talento, realizando guardias de honor y elogiando su nombre. La mayoría de los músicos y cantantes del género de la salsa asistieron a las exequias fúnebres que conglomeró a miles. Entre las figuras que hasta allí llegaron -por destacar algunos- recordamos a Rubén Blades, Gilberto San Rosa, Víctor Manuelle, los integrantes de El Gran Combo de Puerto Rico y las Estrellas de la Fania, Andy Montañez, José Alberto “El Canario”, Luis Enrique y Salsa Giants, entre otros. El sector gubernamental también ofreció sus condolencias a la viuda Socorro “Cocó” Prieto y sus hijos José Enrique “Cheíto”, Richard y Michelle.
No obstante fue la gente, la familia que el artista hizo suya, la que se desbordó en manifestaciones de cariño para el cantante y sus parientes. Desde el que se crió con el artista en la calle Guadalupe en Ponce hasta el que adquirió cada una de sus producciones discográficas quiso estar presente en el sepelio. Fue el pueblo el que cantó a viva voz Los entierros y Sobre una tumba humilde mientras el féretro era sepultado en el cementerio La Piedad donde deberá permanecer hasta 2016. Los restos del artista, según un compromiso del municipio de Ponce, deberán trasladarse al Panteón Nacional Román Baldorioty de Castro, cementerio de los próceres de la Ciudad Señorial, según la voluntad del cantante.
Humildad hecha persona
Pero más allá de la proeza musical de Feliciano en la que se destacó como solista y siendo parte del sexteto de Joe Cuba y de las Estrellas de la Fania al plasmar una importante página en la historia musical latina, existe una faceta por la que el artista es tan amado y recordado.
A un año de su muerte, en cualquier esquina del mundo donde el artista se haya presentado se escuchan elogios a la personalidad de Feliciano.
Su don de gente, su carisma, la transparencia de sus palabras, la valentía para enfrentar sus problemas y el desprendimiento con los demás son parte del recuerdo irrepetible de Feliciano. Es por eso que la mayoría de sus fanáticos proclaman que “Cheo sigue vivo”.
En sus 79 años de vida ocultó sus luchas personales. El artista se ganó la admiración de muchos al aceptar su problema de adicción a sustancias controladas y vencerlo en su patria a través del programa de Hogar Crea.
Son pocas las figuras del mundo del entretenimiento que se enfrentan a una adicción a la heroína y no sufren una recaída. El vocalista se rehabilitó y con ello dio un ejemplo de voluntad al País y sus decenas de admiradores.
Igual, al momento de su muerte batallaba contra el cáncer de hígado que le fue diagnosticado en el 2013.
Sin embargo nada de esto amilanó ni aniquiló a Feliciano y aunque la muerte lo sorprendió en un trágico accidente de auto, el recuerdo del artista no se limita al poste que exhibe una placa en su honor, sino a esa grandiosa voz inmortal que con su música y personalidad todos hicimos nuestra ¡Familia!
Fuente: El Nuevo Día