El músico realmente creativo nunca para de crecer ni de explorar vías nuevas para expresar lo que lleva por dentro. Tampoco rehúye los retos ni acepta que le impongan límites. Sabe lo que quiere y hacia eso va.
El maestro Bobby Valentín es un buen ejemplo de todo lo anterior. Con una larga y brillante carrera que lo consagró como uno de los artífices de la salsa, acaba de lanzar, a sus 77 años recién cumplidos -el pasado sábado 9 de junio- su primer álbum de jazz, “Mind of a Master”, con su banda The L.J.’s.
El título no es gratuito. En esta producción discográfica -que viene en un elegante empaque, tipo libro- Valentín hace gala de su maestría como compositor, arreglista y bajista en un género que siempre ha amado, aunque hizo su fama en otro. La música que contiene es un deleite de principio a fin, sobre todo para aquellos melómanos que gustan tanto de la salsa como del jazz: variada, enérgica y por momentos sorprendente, como suele ser el género sincopado.
Para el bajista de las Estrellas de Fania, producir un álbum completo de jazz es una especie de culminación de su trabajo de toda la vida. En sus arreglos musicales siempre ha usado frases jazzísticas y sus álbumes han incluido temas enmarcados en ese género, como “Maiden Voyage”, de Herbie Hancock; “Shiny Stockings”, “Codazos” y otros.
“Esta idea yo la estaba cosechando hace muchos años”, dice el músico en entrevista con El Nuevo Día. “Lo pude haber hecho antes, pero creo que las cosas llegan en su momento. Me tomó alrededor de dos años. Hice como 22 arreglos y de ahí escogí 11 temas. No fue fácil escogerlos. Quise hacer algo que me identifique. Es un grupo pequeño, pero trato de llevarlo como si fuera una big band”.
Valentín, de hecho, siempre ha sentido una fuerte atracción por las big bands, desde que tuvo la oportunidad de ver a las grandes orquestas en sus años de juventud en Nueva York. En el legendario Palladium pudo escuchar a Tito Puente, Tito Rodíguez y Machito; también conoció el sonido de Count Basie, Stan Kenton, Maynard Ferguson y Dizzy Gillespie. Disfrutaba también de grupos que fusionaban el jazz y el rock, como Chicago y Blood, Sweat & Tears.
“Vi la diferencia de las bandas latinas a las americanas y fui agarrando ideas de aquí y de allá”, cuenta el “Rey del bajo”. “Es la mentalidad que siempre he tenido. Yo quiero sacarle el máximo a los instrumentos que tengo. Por eso es que hay un instrumento de cada color. Trato de repartirlos para que cada uno haga una función específica”.
Valentín tuvo la fortuna de que varios músicos de su propia orquesta estuvieron dispuestos y capacitados para acompañarlo en esta nueva aventura.
“Angie Machado, Ángel Torres, Eliut Cintrón, David Marcano, Javier Oquendo, todos llevan años conmigo. Les encanta el jazz y lo entienden. Yo les decía ‘recuérdense de que esto no es salsa. Aquí es lo que ustedes sientan. Yo les doy un patrón en el que están las cosas que vamos a desarrollar, pero ustedes le tienen que dar su toque personal. No es solo leer’”.
“Es que en el jazz tú escribes una frase y se puede expresar de seis o siete formas distintas”, explica. “Tú tienes que buscar el músico que te entienda. Todos son de la orquesta menos el pianista, Eduardo Zayas, y los invitados, Iván Renta en saxofón, José Nelson Ramírez en órgano Hammond y Orlando Santiago en las cuerdas, todos excelentes”.
No es de extrañar que en “Mind of a Master” el bajo figure de manera prominente, no solo en las improvisaciones sino también en las transiciones y las partes escritas. “El bajo es el instrumento que me identifica, pero no me gusta que esté por encima de los demás”, comenta Valentín. “El bajo protagoniza, pero sin opacar a los demás. Creo que aquí hubo una buena combinación de todo el mundo”.
Llama también la atención la brevedad de los temas, la mayoría de los cuales dura tres o cuatro minutos. “Es cansón cuando llevas mucha descarga. Aquí no hay vocalistas, así que los instrumentos tienen que hacer la melodía y luego los solos. Si son breves son más impactantes”.
“Lo que hice fue coger algunos temas conocidos, como ‘El cumbanchero’, y hacer mi propia versión”, que fluctúa entre la guajira y la rumba, con un poderoso sonido del septeto.
Asimismo, recreó “Coco Seco”, que grabó por primera vez en su disco “Rey del Bajo” (1974), con acentos más jazzísticos y cantando él solo el coro. “La introducción te da dentera, porque es bien disonante”, dice Valentín entre risas. “Los muchachos me decían, ‘Bobby, ¿tú crees que esta es la nota correcta? Yo les contestaba, ‘esa es la que yo quiero’. Después me dijeron, ‘qué bien se oye, bien misterioso’”.
Los únicos arreglos que no son suyos en el disco son los de “God Bless The Child”, de Billie Holiday, para la cual usó el arreglo de “Blood, Sweat and Tears”, cantado por David Clayton Thomas, y el de “Endless Love”, a cargo de Frankie Suárez. El primero cuenta con la poderosa expresión de Iván Renta en el saxo tenor y el segundo con el propio Valentín tocando el fliscorno (“flugelhorn”), instrumento con el que también se identifica personalmente.
“La última vez que toqué el ‘flugelhorn’ fue en un concierto que hice en la Universidad de Puerto Rico, en el 1992. Para el disco, estuve practicando como un mes y pico. La influencia mía fue Art Farmer (con quien practicaba de joven en Nueva York). Me gusta ser sutil. Esa balada yo la iba a eliminar, pero el ingeniero Ramón Martínez, me dijo ‘eso lo tienes que dejar, porque es un oasis’. A la verdad, me gustó el resultado”.
En el álbum, no obstante, predominan los temas escritos por el propio bajista. “De nuevo a la carga”, que abre el programa, comienza con un pasodoble para luego convertirse en una sabrosa descarga. “Latin Gravy”, recreación de una pieza que grabó en 1968, es una clara manifestación del jazz latino de Nueva York. “Orocoa” (dedicado a “sus dos pueblos natales”, Orocovis y Coamo) es un festín de recursos jazzísticos, como disonancias, “stop-times” y tiempos cambiantes.
Tampoco falta la variedad de ritmos, como el cha-cha-chá de “Smooth Ride”, el funk de “Freedom”, el soul de “God Bless the Child” y el melodioso “Mellow Funk”, en homenaje a Herbie Hancock. Un magistral solo de Iván Renta engalana “Blast Off”. A lo largo de toda la grabación, sobresalen además los solos de Eduardo Zayas en teclados.
“Como yo he estado en el ambiente salsero por 52 años, el público cree que uno no puede ir más allá”, reflexiona el músico. “Pero ya Ray Barretto, Eddie Palmieri y Larry Harlow, que grabó en vivo en Birdland, incursionaron con éxito en el jazz latino. Son deseos de uno como músico que lleva bastante tiempo”.
“Haber grabado este disco fue más que una satisfacción”, concluye el músico. “Es un sueño cumplido y la esperanza de que surjan cosas nuevas, como la presentación que hicimos en el Puerto Rico Heineken Jazzfest a invitación de Luis Alvarez. Estoy bien contento con este bebé nuevo para mí. Ya estoy sintiendo la aceptación del público”.
Fuente: El Nuevo Día