El sitio por el cual el narcotraficante del cártel de Sinaloa, Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, se escurrió la noche del sábado 11 de julio tiene una profundidad de 19 metros, con 1,70 metros de alto y 80 centímetros de ancho. Desde allí la ruta seguía 1 kilómetro y medio, lo que equivale a unas 16 canchas de fútbol, o unas 15 calles.
Desde el piso de su regadera en la celda, una escalera de más de diez metros llevaba al túnel.
También es posible observar los tubos de PVC para permitir la ventilación, según los periodistas que han tenido acceso al lugar.
Además, cuenta con bombillos que iluminan todo el camino y con rieles especiales por donde se movilizaron dos motocicletas –y no una, según afirmaban las versiones iniciales– que habrían ayudado al narcotraficante a movilizarse más rápido a través del camino. Pero el ‘ Chapo’ tuvo la precaución de apagar la luz al salir del túnel. Cuenta el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio: “Cuando escapó por el túnel fueron rompiendo todas las bombillas para que detrás de ellos no hubiera iluminación”.
Una visita que efectuaron el martes periodistas a la salida del túnel en una construcción tipo bodega que estaba sin terminar, cerca de la prisión en la que Guzmán estaba recluido, permitió un vistazo a los últimos metros que recorrió el jefe del cártel de Sinaloa para escapar por segunda vez de una prisión de máxima seguridad en México.
Los rieles sobre los que se desplazaba la motocicleta modificada terminan a dos o tres pasos de la base de una escalera de madera de 17 peldaños que habría tenido que subir a toda prisa. El aire en el túnel está caliente y húmedo y polvo fino cubre todo el lugar.
Al llegar arriba, un escalón lleva a un pequeño sótano en el que destaca un generador azul del tamaño de un vehículo compacto.
Después, a seis pasos, hay otra escalera.
Hay que subir uno, dos, tres escalones. El aire se enrarece y la temperatura desciende 10 grados.
Cuatro, cinco, seis, el último peldaño. Un paso más y Guzmán llegó al piso polvoriento de lo que parece una bodega, donde el equipo de excavación abandonó vigas de madera de diez por diez centímetros (cuatro por cuatro pulgadas), rollos de malla de acero de 2,44 de alto (ocho pies), litros de fluido hidráulico, tramos de tubo PVC de tres metros de largo (10 pies) y una cortadora eléctrica de disco.
Siete pasos después, el hombre del que el gobierno de México dijo que jamás repetiría su fuga de una prisión como hizo en 2001, salió por una puerta corrediza de acero hacia el exterior, en la noche fría en los alrededores de una llanura alta al oeste de la capital.
Las autoridades mexicanas, que hicieron un recorrido a través del túnel, confirmaron que contaba con elementos logísticos, de ingeniería y financieros muy grandes, de alta tecnología y con tal precisión, que suponía que, los constructores conocían los planos de todas las instalaciones de la cárcel del Altiplano de dónde, Joaquín Guzmán Loera escapó.
Las autoridades creen posible la participación de ingenieros civiles especializados en el manejo del suelo o de minas de tipo de excavación, hecho que facilitaría la fuga de ‘El Chapo’.
Tras su escapada, el líder del cártel de Sinaloa ha recuperado el título de “enemigo público número uno” de la ciudad estadounidense de Chicago. Etiqueta que habría perdido en febrero de 2014, cuando fue capturado y que, sólo ha ostentado otro temido criminal: Al Capone.
Fuente: El Universo