Propietarios de farmacias y boticas y ciudadanos con sus recetas se mezclan en la calle Alejo Lascano entre Ximena y Boyacá para adquirir medicinas: cajas con cinco a diez pastillas, jarabes, gotas, ampollas, vitamínicos… que las distribuidoras asentadas en esa zona del centro de Guayaquil comercializan desde hace quince años. El ahorro puede ir de $ 3 a $ 8 en el total de la receta, según refieren algunos de los compradores consultados respecto del costo que ofrecen las farmacias o boticas.
Los locales de estas distribuidoras representan uno de los eslabones más fuertes del sistema de salud: el de la comercialización de medicinas.
Según datos divulgados por el estudio ‘El negocio invisible de la salud’, publicado recientemente por Pablo Iturralde, del Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES), siete empresas (Difare, Leterago, Ecuafarmacias, Ecuaquímica, Farmaenlace, Bayer y Roche) dedicadas al comercio al por mayor de productos farmacéuticos y medicinales acumularon ingresos por $ 1.334,18 millones en el 2013, que representó el 54,7% de los $ 2.439,07 millones de ingresos de ese año en esa rama.
Pablo Dávalos, catedrático de la Universidad Católica de Quito y quien realizó otro estudio, ‘Concentración y centralización del capital en el sector salud’, afirma que esta “concentración de capital” en un puñado de empresas en el sistema de salud del país se da en un sector con altas tasas de rentabilidad. “La industria de la salud no recupera el doble, recupera 10 y hasta 15 y 20 veces más de lo que invierte, es decir, es uno de los negocios más lucrativos del sistema capitalista”, agrega Dávalos.
El censo nacional económico del 2010 ya daba cuenta de esta concentración. Allí se determinó, por ejemplo, que una sola industria farmacéutica privada tenía el 86% de los ingresos nacionales generados por la fabricación industrial de medicinas.
En tanto que la empresa pública Enfarma, creada en diciembre del 2009 “con el objetivo de desarrollar, producir y comercializar” medicamentos e insumos para uso humano, veterinario y agroforestal, tuvo una participación del 0,04% en el ingreso nacional generado por la industria farmacéutica.
Iturralde infiere que dicho porcentaje se dio con base en la comercialización de productos farmacéuticos, ya que el Gobierno aún no cuenta con una línea propia de producción.
Enfarma tiene la potestad también de fabricar medicinas “a precios socialmente justos”, según la descripción de esta entidad publicada en su página web. “Ellos podrían ofrecer medicinas más baratas y esto va a obligar, además, a que el resto de competidores mejore sus precios”, dice Iturralde.
Renato Carló, presidente de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos del Ecuador, afirma que el conjunto de empresas locales que fabrican medicinas cubre el 20% del mercado nacional, por lo que la mayor parte del negocio está en manos de transnacionales que importan medicinas. Carló agrega que las fábricas locales trabajan con el 40% de su capacidad: “Estamos en capacidad de producir algunos de los productos que las transnacionales importan catorce veces más caro”.
La distribuidora Difare es una de las que más ingresos han obtenido con $ 331 millones y $ 396 millones solo en la rama de comercialización en el 2012 y el 2013, según el CDES. Esta empresa maneja también las cadenas Pharmacys y Cruz Azul.
En la venta de medicinas al por menor lideran las empresas Econofarm (cadena de farmacias Sana Sana) y Farcomed (Fybeca). Ambas manejaban en el 2001 el 72% de todas las utilidades que dejó ese año esa rama. En el 2012 cubrieron el 81% de esas utilidades y el 75% de las ventas, según el CDES.
René Viteri, presidente de la Unión Nacional de Propietarios de Farmacias del Ecuador, cree que la economía de escala que, según él, domina al sector salud siempre va a favorecer a los grandes laboratorios y farmacéuticas que han creado franquicias para instalar farmacias. “Quienes estamos pagando las consecuencias somos las farmacias de barrio, pues no tenemos los grandes capitales porque somos negocios familiares”, dice.
Las farmacias tienen por ley un margen de ganancia del 16,67% respecto del precio con el que las comercializadoras les venden los productos.
En julio del 2014, el presidente de la República, Rafael Correa, emitió un reglamento para que se fije un precio techo para los medicamentos considerados estratégicos, que son 5.600 de 10.500 tipos que se comercializan. Son medicinas consideradas por el régimen como importantes para la salud pública. Según un boletín del Ministerio de Salud, incluye las del tratamiento de enfermedades raras y catastróficas y para manejo de estrategias de salud colectiva.
Édison Marriott, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Farmacias del Guayas, asegura que deben lidiar con el aumento repentino de ciertos medicamentos. Ocurrió el 5 de enero pasado cuando recibieron nuevos precios por parte de tres laboratorios que distribuyen medicinas como Amlodipino de 10 mg, que es para la hipertensión arterial y cuyo costo pasó de $ 5,20 a $ 11,92 (precio de venta al público).
La Superintendencia de Control del Poder de Mercado, ente creado mediante ley en octubre del 2011, tiene entre sus funciones la de asegurar la transparencia y eficiencia en los mercados y fomentar la competencia. Sin embargo, tres años después presentó en diciembre pasado un estudio sobre la concentración geográfica de farmacias tras la derogatoria de la disposición de que sean colocadas cada 300 metros. Además identificó “prácticas anticompetitivas producto de las integraciones verticales y horizontales entre establecimientos farmacéuticos” y que 2.569 farmacias independientes han desaparecido entre el 2001 y el 2014.
Fuente: ELUNIVERSO