Flamengo y Atlético Paranaense definirán en Guayaquil al campeón de la Copa Libertadores, en partido que se jugará el sábado 29 de octubre del 2022. El trofeo ya está en el Puerto Principal. Es la tercera vez que está en la ciudad.
El partido entre Flamengo y Atlético Paranaense se jugará en un remozado estadio Monumental, propiedad del Barcelona de Guayaquil. La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), confirmó que el pitazo inicial se dará a las 15:00 (horas locales).
Uno de los elementos más importante de la final de la Copa Libertadores es el trofeo que llegó por tercera vez a Guayaquil.
La primera fue en 1990 y se lo llevó Olimpia de Paraguay que se impuso al Barcelona SC.
La segunda ocasión fue en 1998, cuando Vasco da Gama de Brasil superó también al elenco canario.
Barcelona fue el primer equipo ecuatoriano que disputó finales en la Copa Libertadores.
“¡Con ustedes, la CONMEBOL Libertadores! El trofeo ya está en Guayaquil, a la espera del nuevo dueño de la #GloriaEterna. ¿Quién será?, ¿Flamengo o Athletico Paranaense?”, fue el mensaje que la Conmebol difundió en sus redes sociales para anunciar que el trofeo ya está en Guayaquil.
En las imágenes se observa al trofeo en el Malecón 2000 y en el Hemiciclo de la Rotonda, también conocido como el Monumento a Bolívar y San Martín, dos sitios emblemáticos y turísticos de Guayaquil que anualmente recibe a miles de turistas.
Independiente de Argentina es el equipo que más veces tiene en sus vitrinas el trofeo de la Copa Libertadores al haberlo ganado en siete oportunidades. Lo hizo en 1964, 1965, 1972, 1973, 1974, 1975 y 1984.
El también argentino Boca Juniors se lo llevó en seis ocasiones en las ediciones 1977, 1978, 2000, 2001, 2003 y 2007. Con cinco se quedó Peñarol que lo logró en los años 1960, 1961, 1966, 1982 y 1987.
Por Ecuador el único equipo que tiene el trofeo de la Copa Libertadores en sus vitrinas es Liga de Quito bajo la dirección técnica del Edgardo Bauza. Lo ganó en 2008 tras derrotar a Fluminense en la tanda de penales en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Fuente: El Comercio