De la careta de lodo al año viejo de papel y cartón

Con sus manos ha elaborado miles de figuras de papel, cartón, aserrín y madera que arden los últimos días de diciembre de cada año, en Guayaquil.

José Cruz Vallejo da forma, desde hace más de 50 años, a esas figuras que representan a políticos del momento o a las caricaturas que enternecen a los más pequeños.

En su local -ubicado en 6 de Marzo y Maldonado e identificado con un letrero que indica Asociación Cultural Los Pioneros- trabaja unas doce horas por dejar listo a esas figuras que representan lo bueno, lo malo y lo feo del 2014.

Cual artista, une cada parte del muñeco, moldea la cara, le da forma a las manos y otras partes del cuerpo, y lo pinta hasta dejarlo en la vereda para su posterior venta.

Cruz recuerda que tenía unos diez años cuando decidió hacer un muñeco, luego de mirar el trabajo de su abuelo Raúl Cruz y de su padre José Cruz Rengifo, pioneros en la confección de años viejos en la ciudad.

Raúl Cruz hacía desde la década del 20 las caretas de barro. José Cruz explica que las caretas que se hacían no eran completas, sino la mitad del rostro, y que costaban cuatro reales.

Estas caretas eran elaboradas por su abuelo con una base de barro o lodo, que luego se las cubría con papel, se untaba goma de zapote, se secaba, y quedaba lista para ser pintada y comercializada.

Luego, por la década del 70 y 80, él y su padre trabajaban los muñecos de cuerpo entero que eran elaborados con madera, papel y clavos; en los 90, utilizando moldes hechos con plumafón y revestidos con papel y resina, ya se hacían monigotes sin emplear madera y clavos, tendencia que se mantiene hasta ahora.

“Se sacan ahora copias de un molde trabajado con anticipación para hacer el año viejo, ya no se emplean clavos ni madera porque había quejas de que luego del 31 quedaban desperdigados en la calle restos del año viejo y habían llantas ponchadas”, explica Cruz.

En sus más de 50 años dedicado a esta actividad, José Cruz Vallejo rememora que la pintura empleada para hacer el monigote no es como las que se utilizan ahora y que se encuentran a la mano.

“Había un material que se llamaba pez, que era una piedra brillosa (…) se la molía, se le echaba gasolina, se mezclaba hasta quedar como un barniz brillante; posteriormente se le agregaba polvos de minerales, por lo general rojo y blanco, y eso se le untaba a la careta”, relata.

Las primeras caretas eran de políticos de la época. José Cruz Vallejo cuenta que su abuelo y padre fueron los primeros ganadores del concurso de años viejos que organizó EL UNIVERSO en diciembre de 1962.

Gráfica que salió publicada el 1 de enero de 1963. Constan los ganadores del primer concurso de Años Viejos 1962, Raúl Cruz (d) y su hijo José Cruz Rengifo, recibiendo el premio de 1.000 sucres por parte del vicepresidente del Concejo Cantonal de Guayaquil, Miguel Ángel Jijón (I). Aparecen además directivos de EL UNIVERSO: Carlos Pérez Perasso (segundo de la izquierda) y Jaime Véliz Litardo (c).
Gráfica que salió publicada el 1 de enero de 1963. Constan los ganadores del primer concurso de Años Viejos 1962, Raúl Cruz (d) y su hijo José Cruz Rengifo, recibiendo el premio de 1.000 sucres por parte del vicepresidente del Concejo Cantonal de Guayaquil, Miguel Ángel Jijón (I). Aparecen además directivos de EL UNIVERSO: Carlos Pérez Perasso (segundo de la izquierda) y Jaime Véliz Litardo (c).

Ellos se hicieron acreedores al premio de 1.000 sucres con un año viejo del expresidente José María Velasco Ibarra, hecho de madera y cartón, trepado en una especie de vehículo denominado chatarra. “El público quedó contento porque era un muñeco que movía la mano y la cara, no era de trapo”, recuerda.

Monigote que representa a José María Velasco Ibarra que ganó el concurso de Años Viejos de EL UNIVERSO de 1962.
Monigote que representa a José María Velasco Ibarra que ganó el concurso de Años Viejos de EL UNIVERSO de 1962.

Los autores exhibieron al año viejo por toda la avenida 9 de Octubre, desde el parque Centenario hasta el Malecón Simón Bolívar, aquella tarde del lunes 31 de diciembre de 1962.

“Mi abuelo fue un artista; él era de los que trabajaba haciendo los caballos de madera y otros forrados con cuero de vaca para los fotógrafos del parque Centenario; mi padre hacía alegorías, figuras para empresas, trabajadas con fibra, papel”, indica este artesano que empieza desde mayo a hacer los moldes de nuevas figuras que se comercializarán en diciembre.

Desde 1962 su abuelo y padre participaron en los siguientes concursos y siempre lograron los primeros lugares.

También fueron los maestros de una primera generación de artesanos que hicieron de la calle 6 de Marzo el sector de los años viejos, cuando las vías eran de cascajo y no estaban pavimentadas.

Y así como la tercera generación de los Cruz sigue los pasos que dejaron sus antecesores, ellos preparan a la cuarta y quinta generación para manetener una tradición muy guayaquileña.

Fuente: ELUNIVERSO